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an derribado
uno de nuestros Impulsores – dijo una voz preocupada.
- No es
problema. No mientras los androides estén activos – repuso alguien con voz
grave y despreocupada.
La
habitación en que se encontraban los individuos parecía enteramente hecha de
metal. Estaba repleta de pantallas y computadoras, pero no como las de la
Tierra, sino que eran de un material suave y gelatinoso, y se conectaban al
sistema nervioso del operador, por la que sólo poseían monitores. En medio
había una larga mesa de vidrio.
En un rincón
había una pecera con una cabeza humana flotando en ella.
- No podemos
quedarnos sin hacer nada – protestó la voz preocupada.
- ¡Basta! – El que parecía ser alguien con
autoridad metió la mano en su túnica y sacó una especie de cilindro sin bases
con motivos y detalles. Entonces surgieron dos puntas largas y afiladas: era
una lanza portátil. Se levantó de su ornamentada silla y amenazó a su
interlocutor – Escúchame, Gaam-Sit, esto no representa problemas para nosotros.
La nave sufrió sólo un accidente, así que no debemos preocuparnos.
- En
realidad, lo derribó un caza humano.
- ¿Dijiste…
caza humano? ¿Cómo puede ser posible? ¿No es un error? – Parecía aterrorizado
por la sola idea de que fuera un artefacto terrestre.
- Sí, señor.
Al parecer atacaron una de nuestras bases y se apoderaron de un Arco – le
informó Gaam-Sit - . Un grupo de ataque ya se dirige hacia allí.
El Señor
pareció recobrar la calma y se sentó. Pero luego lo asaltó un pensamiento… Si
el piloto era humano…
- Gaam, si
derribó al Impulsor, eso significa que advertirá a la población terrícola. Tendremos
que viajar. Al pasado.